A más
de uno nos ha causado sorpresa que al iniciar formalmente nuestro aprendizaje
musical, en alguna escuela o conservatorio, se nos haya exigido aprender la
habilidad del solfeo melódico o entonado. Más sorpresa nos causa aún el hecho
que se le dé tanta importancia en la formación musical, constituyendo casi la
médula del entrenamiento profesional.
Uno
suele decirse a sí mismo: “Aguarda, si yo soy instrumentista (muy bueno, por
cierto) y jamás en la vida estaré dispuesto a cantar ni siquiera los coros de
ninguna canción, ¿por qué debo aprender a cantar? y ¿por qué, además, los
profesores me exigen tanto la perfección de mi afinación?, si a mí ¡no me gusta
cantar! (Que a muchos no les guste cantar no es tan extraño, sin embargo
constituye nuestra primera dificultad a vencer).
El
error de este planteamiento se encuentra en la primera pregunta, ya que, en la
formación musical, el solfeo entonado no tiene como objetivo el que debamos
“aprender a cantar”, sino que, para desarrollar esta habilidad, debemos “saber
cantar” previamente. “¡¿Qué?! ¿y si no sé cantar?”, pues se aprende.
Otra
dificultad con la que nos topamos es que muy pocos docentes saben explicar con
claridad cuál es el objetivo del estudio de este tipo de solfeo y, como es
lógico, cuando no sabemos bien el por qué debemos realizar cierta actividad, no
nos sentimos motivados a realizarla.
Pues
bien, entonces ¿para qué sirve el aprendizaje del solfeo entonado?:
Para
afinar el oído. Nuestro oído se desarrolla según lo que hacemos con nuestra
voz. No es muy distinto al proceso de aprendizaje de cualquier idioma; para
poder reconocer auditivamente las palabras de un idioma nuevo, debemos ser
capaces de pronunciarlas; mientras mejor las pronunciemos, más fácil se nos
hará reconocerlas cuando las escuchemos. Sucede lo mismo con las notas y
relaciones musicales: mientras mejor las “pronunciemos” (esto significa que las
afinemos con exactitud), se nos hará más fácil reconocerlas auditivamente.
Esforzarnos en la entonación perfectamente afinada de notas, escalas,
intervalos, triadas, etc. le dará a nuestro oído la capacidad de reconocer las
relaciones sonoras de la música.
Para
desarrollar el oído interno. ¿Qué es el “oído interno”? Es la capacidad de
saber “cómo suenan” las notas y demás relaciones sonoras interiormente, sin que
éstas estén siendo producidas por algún instrumento. Mucha gente se sorprende
de cómo Beethoven fue capaz de seguir componiendo luego de haber perdido su
capacidad de audición. Este genio musical tenía desarrollado en un nivel muy
alto su oído interno; él sabía cómo sonaba todo lo que escribía. Con el
desarrollo de mi oído interno puedo saber cómo suena una obra musical sólo con
leer la partitura. Algunos autores sostienen que J. S. Bach escribió la
“Ofrenda Musical” y “El Arte de la Fuga” para que “sonaran interiormente” en
las personas sólo con leer las partituras y que es por esta razón que no señaló
los instrumentos con los que debían ser interpretadas.
Para
desarrollar el pensamiento musical. Cuando aprendemos un nuevo idioma no sólo
necesitamos poder pronunciar y reconocer las palabras, sino que se vuelve
fundamental el desarrollar la capacidad de entender los que éstas intentan
transmitir. Del mismo modo sucede en la música. A través del solfeo entonado
podemos aprender la gramática musical, en especial si este tipo de solfeo se
enfoca desde el desarrollo de las funciones tonales (en especial cuando
entonamos a varias voces), el rol de los distintos grados de las escalas y la
manera en que se enlazan, los giros melódicos, las formas y estilos musicales,
etc. Es decir que podemos ir entendiendo, con mayor profundidad, el Lenguaje
Musical.
Podemos
deducir, por las razones mencionadas, la importancia fundamental del aprendizaje
de este tipo de lectura en la formación musical profesional. Ningún músico que
aspire llegar lejos en su carrera puede hacer a un lado su capacidad de
afinación, su oído interno ni su comprensión del lenguaje musical.
Recuerdo
que las mayores dificultades que enfrenté, en mi etapa de estudiante de música,
estaban relacionadas a la entonación afinada; por varios motivos: falta de
hábito de canto, timidez y ausencia total de técnica vocal. Posteriormente
descubrí que la afinación vocal depende de manejar, siquiera de manera básica,
algunos aspectos fundamentales de la técnica vocal, que a su vez te brindan
mayor seguridad en tu desempeño musical. En este sentido, romper nuestros
prejuicios respecto al canto y comprender que todos podemos aprender a cantar
correctamente, se torna fundamental.
Actualmente,
en mi labor docente, intento aclarar estos puntos a mis estudiantes y busco
ayudarlos a superar sus dificultades, tanto técnicas como anímicas, en su
perfeccionamiento de esta habilidad tan esencial de nuestra preparación.
Considero éste el primer paso imprescindible en la formación de músicos hábiles
e interesados en un manejo amplio y rico del único lenguaje capaz de llegar a
lo más profundo de todos los seres humanos: La Música.
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