La música es zurda
Felipe Escudero Es Oviedo una ciudad amante de la música? Ja, ja, ja. Al mediodía de ayer, martes, las gaviotas que anidan el centro de Oviedo escondieron sus graznidos y la amenaza de orbayu respetó la música y el buen arte de los alumnos de la Escuela Internacional de Música de la Fundación Príncipe de Asturias. Eran las doce y dos minutos (cuando dejan de sonar los campanarios) y la plaza del Ayuntamiento sonaba a flautas, con gente joven, desde Hernán de 10 años a Pablo, de 16. Todos alumnos de la Escuela de Música de la Fundación
El día anterior, lunes día 22, fue una jornada sorprendente para ovetenses, asturianos y turistas que al pasar por la plaza del Ayuntamiento de Oviedo (plaza de la Constitución) encontraban un simple cartel, una simple tarima y una decena de chicos y chicas ofreciendo al público lo ensayado en pocos días. Una decena de oboes -alguno casi más grandes que quienes los usaban- que se afanaban por hacer realidad sus sueños: aprender, tocar en grupo, tomar lecciones de un director. Chicos y chicas adolescentes amantes de la música a los que la Fundación cuida como hijos, sabedores de su potencial y animando su mejor espíritu.
La Escuela demuestra -años después- que no es una entidad de élite, sino algo cercano. Ofrece a los alumnos la oportunidad de perder en unos casos su timidez, en otros su miedo escénico, y en otros casos el simple y muy juvenil pánico a tocar en grupo y compararse. Aquí no hay comparaciones. Hay educación. Educación en lo musical y en lo vital.
La noche del lunes, después de los oboes del Ayuntamiento, coincidían varios conciertos de la Escuela. Unos en el Auditorio y otros en el salón de actos de Cajastur. Gente maravillosa. Desde Valeria, de nueve o diez años, disfrutando de su violín ante extraños, como Jorge Galán, María Chapés, Martín Rodríguez y un esplendoroso y sublime quinceañero llamado Pierre Fontanelle, violonchelo, que seguro dará mucho que hablar. Lo recordaremos algunos de Oviedo, y otros lo echarán de menos porque «no tuvieron tiempo» y se perdieron ese breve concierto o, para ellos -la verdad- se perdieron esta foto.
La ciudad parece olvidar la Música con mayúscula. Se premia lo hecho y se olvida lo que está por venir. Oviedo, auténtica escuela histórica de la música, olvida sus orígenes.
Toda la mañana de ayer el maestro luthier Diego del Valle -ovetense y reconocido a nivel mundial- enseñaba a los alumnos (mas de 150) cómo se fabrica un violín, ante chicos y chicas que lo saben tocar pero nunca vieron cómo se construye.
Ni un concejal -salvo José Ramón Pando, que pasaba por allí-- ni un cargo público o empresario se dejaron ver en un sitio tan sencillo como la plaza del Ayuntamiento. Eso es lo que se llama apoyar la cultura. Tampoco se vio -cosa curiosa- ni a SOS Cultura, ni la Sociedad Ovetense de Festejos. Sólo la Fundación Príncipe como institución dio la cara... Qué tristeza.
Se echa de menos el apoyo a la cultura que clamó Ainhoa Arteta al inaugurar estos cursos de la Fundación Príncipe. Parece que marcharon ella y la Princesa, y se acabo el curso. ¡Si era la inauguración! ¿Qué quedó? Un montón de chicos y chicas estupendos, estudiando, aprendiendo y que recordarán esta ciudad. Seamos o no zurdos, sabemos escuchar, aprender y tocar.
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